domingo, 1 de marzo de 2009

Menú de Cuaresma


Para: 1 persona.
Ingredientes necesarios: ganas, inquietud y búsqueda.
Tiempo de preparación: óptimo, 40 días.

Cuando la gente quiere celebrar algo importante se prepara con mucha antelación. Los novios preparan su boda durante meses. Los turistas comienzan a ponerse en forma para la playa desde mayo.
El que desea algo mucho, lo anticipa y se prepara.
La Pascua es una fiesta importantísima, por eso tenemos semanas previas para prepararnos. Disponerse para vivir el encuentro con el Dios de la Semana Santa.
La receta clásica ha de vivirse con ingredientes contemporáneos, pero no deja de tener su validez…

1º Un manojo de Perdón


Que eso es la penitencia… saber mirar hacia dentro y ser conscientes de que hay cosas en nuestra vida que necesitan ser transformadas.

Saber que, entre el orgullo de creer que se puede ser perfecto, y la necedad de aceptar que todo vale, cabe un camino intermedio: saberse frágil, pero al tiempo desear luchar. Saberse pecador, y sin embargo desear una y otra vez cambiar y combatir el mal que hacemos, con palabras, silencios, críticas, dejadez (cada quién sabe). Y tener el valor de pedir perdón por lo que se haya hecho mal.

Pedir perdón, porque no todo vale, y porque demasiadas cruces en nuestro mundo tienen que ver con nuestra ceguera para percibir el mal.

2º Un poco de Renuncia


Que no se coma carne los viernes, dicen unos. Que “qué sentido tiene si te pones ciego a langosta”, dicen otros… Y parece que hay que perderse en esa discusión un poco absurda a estas alturas.

Tal vez la cuestión es recordar que, en este mundo que nos invita a una satisfacción constante de todo: “lo que te apetezca”, “disfruta”, “ten todo”, cabe un punto de austeridad y a veces viene bien hacernos conscientes de los límites.
Se trata de detenerse y, a través de algo que para uno/a sea significativo, encontrar el valor de la austeridad, o del sacrificio, o del compromiso con lo que a veces tiene de carga… más que nada para ser conscientes de que, también desde ahí me construyo como persona o, más exactamente, que el criterio último en la vida no es “me apetece / no me apetece.”

3º Y la Comunicación que quieras


Que eso es la oración, buscar una forma de dirigirte personalmente a Dios, y tal vez, con un poco de suerte, escuchar. No se trata de aspirar a místicas sublimes, sino de hacer consciente a Dios.

Se trata de buscar espacios en los que dirigirnos a El, desde el silencio, como un “Tú”. Hay quien lo hace desde oraciones ya hechas, otros buscan palabras propias. Hay quien le habla de su vida; quien pide, quien ofrece, quien pregunta, quien agradece… A veces te apoyas en textos, y esos textos te pueden resonar de modo distinto, y tal vez ahí percibes que Dios te toca de un modo distinto. La oración no es una condena ni una obligación, sino aprender a hablar a Dios en segunda persona, y a sentir que, con El, uno no está solo.